domingo, 9 de enero de 2011

La ilusión de cada día

Hace unos años, al igual que todos, me acostaba pronto para que los Reyes Magos me vieran dormida y me trajeran regalos. A veces me costaba mucho dormirme por los nervios, pero cuando mis padres me despertaban, era increíble. Corría con mi hermano por el pasillo para llegar al salón y allí estaban, las materializaciones de que la magia existía, de que mis deseos se habían cumplido.
Y que bonito era cuando abrías los regalos y tus ojos brillaban de alegría. Que entrañable jugar con tu hermano a un juego nuevo, o salir con tu padre a jugar con lo coches.

Estas navidades me he dado cuenta de una cosa, he perdido la ilusión, o como otros equívocamente dirían: he crecido. Mi madre (mujeres a las que no hacemos caso pero casi siempre suelen tener razón) se me acercó y me dijo: "no pierdas la ilusión como en su día lo hice yo".
Que tristeza más grande, ¿cómo pueden llamar crecer a perder una de las sensaciones más lindas del mundo? Creer, alegrarse, soñar.
Fue en ese momento cuando empecé a darme cuenta de que no podía dejar que se fuera, de que era algo muy importante en mí.
He visto a personas desmoronarse por no creer en nada, personas que dan miedo mirarlas a los ojos porque están vacíos de esa ternura, ¿por qué no ayudarles a que sus vidas se pinten de un color? Hay que hacerles recordar como se sentían cuando sus zapatos eran llenados de golosinas por reyes de Oriente, hay que cogerles de la mano y guiarles si hace falta.

Dejemos de razonar cada paso que damos, imaginemos por un día la de cosas que podemos hacer llenando nuestro corazón de ternura e ilusión.


Si la hemos perdido: la buscamos, si la hemos encontrado: soñamos, si nos está tocando: la saludamos y si se va: la amarramos.

FUENTE FOTOS: Creación propia

2 comentarios:

  1. Tienes razón. No hay que perder la ilusión.
    La ilusión no se pierde: se transforma. Eso es lo que supone crecer.
    Me ha gustado mucho tu post =)

    ResponderEliminar